Agua salada
Cuando estás abajo, muy abajo, tocando fondo como dicen por ahí, no dejan de insistirte que busques ayuda, que no recorras aguas turbulentas en solitario.
Con el paso del tiempo es suficiente que esas personas que te ayudaron a recorrer aguas turbulentas te observen a la distancia viéndote segura entre las olas que van y vienen.
Por supuesto que hay de olas a olas, algunas te revuelcan fuertísimo, te hacen voltear para todos lados con desesperación para buscar si hay salvavidas o flotadores.
Cuando te recompones (el tiempo que te tome recomponerte) te das cuenta que solo habías tragado agua salada, de la misma que tenías en los ojos.
Siempre hay alguien (no tan lejos) vigilando que no te ahogues, pero la verdad es que una vez que te enseñan a nadar (y aprendiste medianamente bien) no necesitas que nadie venga a salvarte.
AF